martes, 20 de febrero de 2018

¡ESTÁS EN ALGODÓN… CHOCHE!



Las cosas se habían puesto cañón, pues la Flaca Virginia, “la chica de las caderas prodigiosas”, había aceptado estar de cuerpo entero en el Forum, aquella disco donde los weekend solíamos dar rienda suelta a nuestras bajas debilidades y también para poder apagar aquellos ataques delirantes al extremo de querer beber aunque sea una sola copa de cerveza, vino, pisco o de ron de quemar; menos los lunes y martes que los estragos nos mantenía encerrados, parcos y timoratos, hasta el punto de sufrir tembladeras de 24 y 48 horas, con sus infaltables baldes de sudor y las cincuenta mil maldiciones jurando nunca más volver a beber ni siquiera una gota de agua bendita.
-¡Cuñao, ¿es cierto que la Flaca dijo sí a la juerga del sábado por la noche?
-Sereno… moreno. ¡Tas con suerte, Flaco! Además va a jalar un par de rucas buena tegen…!
Y los días volaron… y yoni, metido entre libros, cuentas, reuniones; trabajos y más trabajos. Por fin llegó el sábado por la noche. Después de asistir desganadamente a las clases de la U, fui un rato al taller y de allí, como por un tubo, a la jato para ponerme ricotón: calzarme un jean de marca con full huecos en las piernas, acompañado de su respectivo polo Under Armour, para estar bien Armani; metido en unas tillas impecables y un Smart watch espectacular que ya se quería escapar de la muñeca y pesaba diez quilates. Me recorté el candado frente al espejo, cogí un chorro de Agua Brava en ambas manos y me froté la cara, el cuello; y a las alas, les metí un montón de desodorante. Para cerrar este hermoso marco, me pegué un suave toque a puño cerrado en la quijada y me dije: -¡Vamo de cacería, woncito!
-¡Hola, Panchote, ¿ya entraron los choches? ¿Y las chicocas, cuántas son y qué tal, potables?
-¡Para, para, para Flaquito… amo po parte y cucharáa… Los santos varone, cicatriz; pooo la presa… parece que noc caen en un par de oracios… ¡Pasa, pasa, Flaquito! Quel ambiente etá pa´reventá…
Efectivamente, toda la mancha estaba recargada en la barra y apenas me vieron empezó la cacha y la joda en fa mayor.
-¡Miren quién yegó… el alma de la fiesta… el alma calata; el esqueleto del rap!
-¡Basta, basta… que me sobra cancha! ¿Qué están chupando, vampiros?
-¡Sangre pueee, huevas! Sangría de pura sangreee… pue, Flaco…
-¡Esa wada es para hembrichis! Yo voy a meterme un botellón de pisco… ¡Purol!
-Ahí están las ricas presas serviditas en plato… ¡No dejen pasar una pieza… ¿Nooo?
Y pronto estuvimos con ellas, departiendo unas Margaritas para entonarnos, arremolinados entre ese juego de luces que nos giraban como puntos multicolor y nuestros cacharros se tornaban iridiscentes, confundibles y solo se distinguían por las voces o las estruendosas risas que, poco a poco iban en aumento; mientras los tequilas se sucedían y los ritmos frenéticos de la música resonaban más y más profundamente hasta meterse al unísono con nuestros latidos.
Al rato, cogimos pareja y de la mano, salíamos a la escueta pista para disfrutar pegaditos los sones acompasados de una romántica balada; rítmica y extremadamente pegajosa.
-¡Oye, Flaco, para, para; no seas mandadazo! Está bien que sea una balada y que me gustes un poco, pero sube la mano… que mi cintura está más arriba… y ya te quieres meter entre mis piernas…
-¡Sorry, flaquita, pero es que me tienes aguantado desde hace tres meses…
-¡¿Cóoomo diceees?!
-Que hace más de tres meses que me gustas a muerte y solo vivo pensando en tenerte… junto a mí… además, esa mano es la que menos la domino… parece que tiene vida propia… ¿manyas?
- Flaqui, me gustas un chorro… pero… no te vas a picar; yo soy de ligas mayores y túuu… ¡recién estás en algodón! Así que… ¡Chapa tu combi y arranca, arranca…!


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